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Memoria y sueños de Independencia

Memoria y sueños de Independencia Camino por la calle Vivaceta y me encuentro con dos proyectos de edificación en altura, desde donde nuevos vecinos observarán como cambia nuestro barrio Independencia. Inevitable no remontarse a los días de la infancia, cuando pocos soñábamos con lo que ahora somos.

Recuerdo la esquina de Grumete Bustos con la calle Colon, allí estaba el cambio, compra y venta de revistas desde donde nos saludaban las distintas ediciones de Disney o las aventuras de Tarzan, había
también una ruleta donde siempre podíamos contar con algún premio, debo confesar que siempre me alegro ganar el sobre con recortes de películas de 35 mm, que aparte de ser mi primer acercamiento con el mundo del cine me mantuvo algún tiempo dedicado a crear un artesanal proyector de diapositivas, pero eso es otra historia.

En la calle Independencia casi al frente de nuestro edificio consistorial está la construcción que albergaba al cine Nacional, punto de encuentro de la matine familiar o con el amor de turno. Y si de cines hablamos, uno que me perdí fue el Libertad, que exhibía películas subidas de tono y al cual, aseguran las malas lenguas, había que llegar con dos ladrillos: uno para sentarse y el otro para espantar los ratones.

Al principio de Vivaceta estuvo por muchos años perdida en el olvido la estatua de don Fermín Vivaceta, hasta que a alguien se le ocurrió devolverle su estatura trasladándola al sitio donde se entrecruzan la Alameda y Diagonal Paraguay. A esta misma altura, cuando la Panamericana Norte no era la Panamericana Norte, se instalaban los puestos de melones y sandias con que refrescábamos nuestros veranos y era también lugar de cita para los afanes volantineros en los septiembres primaverales. Acá era donde nacía el Canal La Punta, que por muchos años corrió a tajo abierto por nuestra comuna, robándonos más de algún balón de fútbol o desencadenando la tragedia cuando alguien caía a su caudal.

A pasos de la Plaza Chacabuco, destacaba el Hipódromo Chile y casi hermanado el Estadio Santa Laura, donde realizábamos nuestras revistas escolares que, guardando las proporciones, procuraban emular los famosos clásicos universitarios.

Hoy que nuestra comuna se eleva al cielo y se vincula a la modernidad a través de la Costanera Norte, volvemos a recorrer los viejos barrios del norte santiaguino y pensamos en lo que sentirán nuestros “mayores” al ver que Independencia corre en un solo sentido de Gamero al sur, o que la Avenida La Paz ya no llega hasta la puerta principal del cementerio. Todos queremos crecer, de eso no hay duda, ahora el tema es como hacemos compatible la modernidad con el respeto al patrimonio constituido por nuestra gente y nuestras tradiciones.

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